Homenaje a Mary Anning: La buscadora de fósiles olvidada por la historia.

 

     Mary Anning nació en Lyme Regis, en Dorset, al sur de Inglaterra, el 21 de mayo de 1799. Murió de cáncer de mama a los 47 años de edad, tras dos años en los que la enfermedad le apartó de la ciencia.

 

 

     Fue coleccionista y comerciante de fósiles, que realizó algunos de los hallazgos más importantes en la Paleontología del siglo XIX. Entre ellos, el primer esqueleto de ictiosaurio, en 1810, de 5,2 metros de largo; los primeros dos plesiosaurios durante el invierno de 1820 al 1821, llamado Plesiosaurus dolichodeirus; el primer pterosaurio encontrado fuera de Alemania, en el año 1828, bautizado como Dimorphodon macronyx; y varios fósiles de peces. Algunos de ellos están ubicados en el Museo de Paleontología de Lyme Regis.

 

 

     Por ser mujer, en una sociedad sexista, y por la clase social de la que procedía, ya que sus padres eran disidentes de clase baja, tuvo muchos problemas en que se reconocieran sus descubrimientos. No debemos olvidar que la comunidad científica británica de esa época estaba dominada por caballeros ricos anglicanos.

 

     Primero acompañando a sus padres, y posteriormente con su hermano, Mary realizó multitud de visitas a los acantilados de la zona para recolectar fósiles y posteriormente venderlos con el fin de ganarse la vida.

 

 

   En el año 1811 encontró un esqueleto completo de ictiosaurio. Este hallazgo le comenzó a abrir las puertas de la comunidad científica, interesada en sus descubrimientos. En 1818, Thomas Birch, rico coleccionista de fósiles, se interesó por sus descubrimientos y le adquirió otro ictiosaurio. Al año siguiente Bich organizó uan subasta de parte de su colección para donar la recaudación a Mary Anning como ayuda por los graves problemas económicos que estaban padeciendo. Este acto le puso en conocimiento con la comunidad geológica, y le permitió dedicarse com más ímpetu al coleccionismo y venta de fósiles.

 

   Numerosos ammonites de los géneros Dactylioceras, Hildoceras, Peronoceras, Grammoceras, etc., procedentes del Toarciense, fueron recolectados y vendidos por apenas unos chelines.

 

 

    En 1826, la situación económica le permitió adquirir una casa y montar su tienda de fósiles, llamada "Almacén de fósiles Anning". Con la ayuda de la prensa local y los comentarios de la comunidad paleontológica, llegó a recibir visitas de coleccionistas y geólogos de toda Europa e incluso de América. Algunas de las piezas más importantes fueron adquiridas por el geólogo William Featherstonhaugh para el Liceo de Historia Natural de Nueva York. Conocidos geólogos de la época, como Henry de la Beche ó William Buckland, e incluso Richard Owen, visitaron los acantilados de Lyme junto con Mary Anning para recolectar y estudiar el terreno y sus estratos.

 

 

   Como ya hemos comentado anteriormente, por tratarse de una mujer trabajadora de clase baja, fue considerada como intrusa en la sociedad científica británica, aunque probablemente ella sabía más de fósiles que muchos de los miembros de la Sociedad Geológica.

 

     Sus hallazgos se convirtieron en la pieza clave para demostrar la extinción. Los ictiosaurios, plesiosaurios y pterosaurios sirvieron para evidenciar que en el pasado la Tierra había estado habitadas por criaturas que nada tenían que ver con las especies actuales, y que por lo tanto, habían sido extinguidas.

 

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